A lo largo de la historia los científicos pensaron que una vez que una persona alcanzaba la edad adulta sus capacidades cognitivas se habían establecido y eran ya inmutables. Pero desde principios del siglo veinte, esa teoría fue refutada por evidencia que sugiere que las capacidades del cerebro son por el contrario maleables y plásticas.
De acuerdo con el principio de neuroplasticidad, el cerebro se encuentra en proceso constante de cambio en respuesta a sus experiencias. Nuevos conocimientos, nuevas conductas e incluso cambios ambientales o lesiones físicas pueden estimular al cerebro para crear nuevas rutas neuronales o reorganizar otras ya existentes, alterando de manera significativa la forma en que procesamos la información.
Uno de los ejemplos más dramáticos de la neuroplasticidad en acción, deriva del estudio de imágenes del cerebro de los taxistas de la ciudad de Londres (Maguire et al., 2000). Para obtener su licencia de manejo, los taxistas londinenses deben pasar dos años aprendiendo las complicadas rutas de las serpenteantes calles de la ciudad.
¿Qué clase de huella deja este largo y riguroso entrenamiento en el cerebro de un taxista? Bajo el escrutinio de imágenes obtenidas por Resonancia Magnética, el estudio del cerebro de 16 taxistas varones reveló en todos los casos, que ellos tienen un hipocampo de mayor volumen y tamaño que los participantes de un grupo control de 50 varones adultos de edades similares.
Aún más, entre mayor el tiempo transcurrido como taxista, mayor el tamaño del hipocampo, debido a que ésta estructura del cerebro se relaciona directamente con la memoria y la capacidad para orientarse, se demostró que puede modificarse en respuesta a las experiencias de los conductores.
En la mayoría de los casos, los cambios relacionados con la neuroplasticidad son mucho menos perceptibles, sin embargo en las últimas décadas, casos como el de los taxistas londinenses han inspirado a los científicos a buscar los siguientes pasos en la lógica de la investigación.
En lugar de esperar pasivamente e identificar cuáles son los cambios cerebrales generados en respuesta a ciertos eventos o de experiencias, ellos se han dado a la tarea de desarrollar métodos que intentan responder a la siguiente pregunta: ¿Es posible canalizar la capacidad de cambio en las redes neuronales de un individuo entrenando al cerebro con el objetivo concreto de mejorar habilidades clave?
La ciencia del entrenamiento cognitivo intenta responder ésta y otras preguntas. Solamente durante 2013, más de 30 protocolos de investigación sobre el tema se registraron en la base de datos de estudios clínicos aprobados por el gobierno de los Estados Unidos.
Resultados de los estudios relacionados con la neuroplasticidad y el entrenamiento cerebral han sido publicados recientemente e incluyen investigación realizada en poblaciones de adultos sanos, sobrevivientes de cáncer, niños con padecimientos genéticos y ancianos, otros más se encuentran en desarrollo.
Muy pronto comenzaremos a ver los resultados de la investigación de este gran potencial del cerebro humano, su aplicación práctica y sobre todo su repercusión en una vida más saludable.